Todos los niños y jóvenes, desde la enseñanza preescolar, necesitan del apoyo de sus familias para que les vaya bien en el ámbito escolar. Por su parte, los padres y apoderados tienen diversas maneras de involucrarse en la educación de sus hijos.
Más de treinta años de investigación han demostrado, consistentemente, que la participación de los padres en la escuela mejora el rendimiento académico, la autoestima, el comportamiento y la asistencia a clases de niños y niñas.
La educación sólo puede realizarse plenamente cuando la familia y la escuela trabajan juntas. La familia, como medio natural de desarrollo del hombre, y la escuela, como institución social encargada específicamente de educar deben trabajar en forma conjunta, planteándose los objetivos que se deseen alcanzar.